"Tropezando se aprende a andar y perdiendo a ganar"

domingo, 10 de mayo de 2009

Charros notables

A lo largo de la historia de la charrería hay muchos charros que han destacado no sólo como máximos exponentes, sino también por haber fomentado con gran cariño y entusiasmo las distintas actividades que comprende la práctica y a la vez el arte de la charrería.

Charros notables los ha habido en México desde que el ganado equino empezó a multiplicarse y extenderse por su enorme territorio. En el periodo colonial destaca un charro al que se le considera precursor de la charrería mexicana:

Sebastián de Aparicio. Primer jinete popular, amansador, ganadero, agricultor y, sobre todo, maestro de estas actividades. Nació en España en 1502.
Llegó a Veracruz en 1532 y más tarde se estableció en Puebla como agricultor. Adiestró a los indios en las duras faenas de la domesticación y aprovechamiento de las bestias para el tiro, para la carga y posteriormente para la silla.

Cuatro de los charros más destacados del siglo XlX y principios del actual son:

Luis G. Inclán Nación en 1816 en el rancho de Carrasco, hacienda de Coapa, hijo de don José María Inclán, administrador de la hacienda de Narvarte. Después de abandonar sus estudios en el seminario se fue a trabajar a la hacienda de Púcuaro; cuando regresó a la hacienda de Carrasco ya era un técnico. Administró las haciendas de Narvarte, Teja, Santa María, Chapingo y Tepentongo.
Sus conocimientos prácticos en la agricultura le permitieron que fuera designado varias veces para medir tierras y administrar la plaza de toros de la capital. Por circunstancias sociales y económicas perdió sus propiedades; a raíz de este problema se estableció en la capital en donde compro una imprenta y una litografía. Como impresor y litógrafo pudo difundir su afición, que habia integrado su felicidad campirana; en ello expone un tesoro de esperiencia con la que dotó a lo que escribía de un vigor y riqueza humana y documental. Dos folletos preceden a su obra clásica Astucia; el primero, Reglas con que un colegial puede colear y lazar, y el otro, Recuerdos del Chamberín.

Ponciano Díaz Nació el 19 de noviembre de 1858 y murió el 14 de abril de 1899 en la famosa hacienda de Atenco. Desde su infancia, que la vivió entre toros bravos y caballos, se distinguió no sólo como buen ejecutante, sino como elegantísimo de a caballo.
Se puede decir que en esa época, la tauromaquia estaba íntimamente ligada con la charrería, por lo que las corridas de toros eran, de alguna manera, fiestas mixtas. En las cuadrillas de Ponciano actuaban en calidad de picadores y aún como banderilleros, consumados charros como Agustín Oropeza y Celso González, con quienes presentó numerosos espectáculos del toreo a la mexicana.
En España se enfrentaron a los mejor de la torería y alternaron, entre otros, con el Gallo Gómez. Ellos fueron los primeros compatriotas que exhibieron nuestro típico deporte en lejana tierra. Su triunfo en la península fue completo y regresaron a la patria llenos de satisfacciones.
Ponciano Díaz vestía con propiedad y orgullo el traje de charro, que le caía como anillo al dedo. Era diestro en el manejo del lazo y sobresalía en el toreo a caballo como ninguno de los rejoneadores actuales. Su humilde origen evitó que se elevara y se convirtiera en ídolo de las multitudes, y esn su campo de acción honró a su patria, a la que amo profundamente.

Ernesto Icaza y Sánchez. El genial charro pintor nación en la ciudad de México en 1866 y murió en 1926.
Hombre de acaballo y admirado artista, inmortalizó las faenas charras ejecutadas por jinetes auténticos en el paisaje de la hacienda mexicana. En su época -el Porfiriato- su obra gozó de prestigio y sus amigos hacendados tuvieron el orgullo de decorar con ellas sus fincas.
Icaza fue un artista innato que dio a sus pinturas un mensaje claro y dinámico: lo clásico de las actuaciones, la indumentaria del charro, las sillas de montar, los frenos, los arreos y todo cuanto complementa y exige la charrería tradicional.

Carlos Rincón Gallardo, marqués de Guadalupe. Don Carlos Rincón Gallardo y Romero de Terreros, duque de Regla, marqués de Guadalupe, y de Villahermosa de Alfaro, perteneció a la antigua aristocracia mexicana. Nació en México el 29 de julio de 1874.
La charrería fue su pasión, pero también destacó en deportes ecuestres y de otro tipo, el polo, las carreras, la esgrima de florete y de sable, el tiro de pistola, la gimnasia y varios más.
Don Carlos Rincón Gallardo contribuyó entusiastamente a la charrería organizada, fijando a la actividad campirana mexicana normas rígidas y ortodoxas que hasta la fecha imperan.
Fue elegante coleador y lazador muy certero, y creador de la mangana llamada tirón de la muerte. La Asociación Nacional de Charros, a la que perteneció desde su creación, le otorgó el nombramiento de socio honorario ad vitam y Gran maestro de la charrería.

Cala de caballo

Esta faena sirve para demostrar la buena rienda y educación del caballo al estilo charro, incluyendo el brío, andadura, forma de dar el estribo, buen gobierno, mansedumbre, posturas de cabeza y cola y se toma en cuenta la velocidad, la manera de meter las patas y las huellas que haya marcado el caballo al rayar en tres tiempos como máximo.

Se puede ejecutar en cualquier lugar donde se practique la charrería. Si es un lienzo, se procede a dibujar un paralelogramo de veinte por seis metros entre los setenta y noventa metros, contando desde él partidero.

Para ejecutar esta suerte, el competidor mostrará a los jueces en turno el freno de su cabalgadura, para que se cercioren de que no se ejerce ningún castigo con algún aditamento ajeno al mismo.

Posteriormente enfrena su caballo, monta y se dirige al partidero al tranco. Una vez allí, voltea, sobre parado y puesto en mano, arranca a toda velocidad hacia el rectángulo previamente mencionado; al legar llama al animal con la rienda para que detenga su carrera.

El corcel procede a apoyarse en los cuartos traseros y resbalando sobre la arena dejan las huellas producidas por la llamada de la rienda para suspender la carrera. Aquí se toma en cuenta la velocidad desarrollada, la manera de meter las patas y la longitud de las huellas salgan rayar en tres tiempos como máximo.

sábado, 9 de mayo de 2009

Historia del Floreo



En la actualidad ha tomado mucho incremento el floreo, acción que consiste en hacer que la lazada, después de ser soltada y antes de llegar a su destino, gire sin cerrarse en derredor del charro, haciendo figuras elegantes y caprichosas.

Esta faena o mejor dicho, esta manera de adornarse, tuvo su origen en el estado de jalisco, por la región de los altos, poco más o menos a fines del siglo XVIII.

Se sabe que, allá por los últimos años de la dominación española, hubo un tal panino, un buen campirano llamado don Juan Chávez, cuyo oficio era el de tratante en todo genero de ganados y principalmente el caballar y mular. Se cuenta que este señor Chávez, tenía especial facultad para lazar, faena que ejecutaba con suma elegancia y sobretodo, sin haber nunca lastimado una bestia.
Ya grande se unió a las fuerzas de don Miguel Hidalgo en Guadalajara y murió en la acción del puente de Calderón.

Dícese que don Juan aventaba la reata con tal desahogo, que en ocasiones la hacía voltear una o dos veces en derredor de él sin que la lazada se cerrara, modo singular y propio, jamás visto antes y atribuido, a que este charro tenía pacto con el demonio, según un juicio, que después de muerto, se le siguió en la misma población en que se unió al cura de Dolores.”

*José Álvarez del Villar, Historia de la Charreria imprenta Londres, México 1941*

El origen y la evolución del manejo de la reata de lazar a fin de clasificar y sistematizar, los efectos contra efectos, suertes y lazos a la vieja y floreados al estilo charro.

Las "bases, convocatoria, reglamento, calificaciones para los concursos de floreo y lazar floreado", puesto en práctica en varias ocasiones desde que Álvaro vergara restableció este tipo de competencias, el reglamento, junto a otros distinguidos charros y jueces, como Pancho Puente y Manuel Hernández Ladrón de Guevara, lo incluyen dentro del reglamento de competencias de la federación mexicana de charrería, previa aprobación del consejo directivo y de la charrería nacional.

El reglamento es fácil de entender si se tienen los conocimientos generales sobre el manejo de la reata, cambiando un poco la manera "clásica" de calificar las faenas charras, por lo que se considera pertinente iniciar una serie de artículos explicando la razón de los conceptos vertidos y, que mejor, si comenzamos por mencionar, muy brevemente, los antecedentes históricos.

Todos los países ganaderos del mundo, se han valido de una cuerda hecha con diferentes materiales, para atrapar e inmovilizar a cada uno de ellos: curarlos, castrarlos, herrarlos, tuzarlos, etc.

Para conocer los orígenes de esta faena, debemos remontarnos, cuando menos, hasta el siglo XII de nuestra era, época en la que encontramos las primeras referencias de cómo se lazaba el ganado.

Los mongoles y tártaros, usaban una soga que tenía en uno de sus extremos una gasa corrediza que fijaban en el extremo de una vara llamada xara que embrocaban en los cuernos o pescuezo de los animales y, el extremo contrario, lo ataban a la cola de su cabalgadura, impidiendo así que la bestia atrapada huyera y pudiera ser conducida al lugar deseado.
Los árabes, extraordinarios jinetes que habían desarrollado una escuela llamada "la jineta", adoptaron esa técnica y la llevaron a españa, y, los iberos, a su vez, lo trajeron a América.

A mediados del siglo XVI, debido al tremendo auge que tuvo la ganadería en la Nueva España y a la falta de quién ayudara a su cuidado, hizo necesario que los indios lo hicieran, venciendo a través de los años, la prohibición que tenían, bajo pena de muerte, de montar a caballo.

Los indios, expertos en tejer fibras y hacer cuerdas desde antes de la conquista, pronto empezaron a elaborar sus propias reatas y crear el arte de arrojarla para atrapar a las bestias sin recurrir al uso de la xara, hecho que no tiene antecedentes hasta que surgió en México, junto con frenos, monturas y espuelas, desde que, en 1550, el segundo virrey, don luis de velasco, creó unos conocidos por su nombre, pero ya como monturas y frenos mexicano.

EN los escritos del siglo XIX entre ellos los de Domingo Revilla de 1844 y los de Luis G. Inclán de 1860 describen las actividades de los últimos años del siglo XVII hasta la primera mitad del XIX, en los que podemos darnos cuenta de cómo se empezó a amarrar la reata en la cabeza de la silla y de cuando se comenzó a "chorrear".

Los lazadores lucían sus habilidades en los herraderos rumbosos y cada charro hacía gala de las nuevas formas de tirar los lazos que iban ideando.
En esos años, se mencionaba a un tal Juan Chávez, originario de lo que ahora son los altos de jalisco, quien, antes de soltar su lazo, le daba dos o tres vueltas a la reata, iniciando junto con otros lazadores de su época, el floreo y el lazar floreado.

Cada región del territorio que se convertiría en la república mexicana, antes y después de serlo, fué adquiriendo características propias según el clima y los sitios donde se lazaba: a campo abierto, con o sin maleza, o en corrales. también el tipo de reata variaba mucho, en Veracruz y en otras áreas del golfo de México, debido a la humedad y al calor, usaban reatas de pabilo (algodón) que no se endurecen tanto y pueden ser maniobradas, fácilmente mismas razones para que los charros de los estados del noroeste, emplearan reatas de cuero o soguillas, condiciones que no existen en el altiplano, donde son de uso común las reatas hechas con las fibras del agave, las cuales, últimamente se han generalizado en todas partes.

En un principio, los lazadores con el lazo en la mano, trataban de ponérselo al animal sustituyendo la vara con el brazo; después, en bestias que no se dejaban acercar lo tiraban de "piquete"; a cierta distancia, después idearon remolinear la reata para arrojarla con gran rapidez en ganado que no se quedaba quieto: luego, cuando al arrojar el lazo aquel se movía tratando de enmendarlo, lo jalaban rotando brazos y muñecas, descubriendo que la reata adquiría variados y graciosos movimientos.

En la época de inclán, ya numerosos charros practicaban constantemente tratando de encontrar nuevas figuras surgiendo así los lazos llamados la polka en fúga, la pursiana, la tarabilla, la crinolina, la espina y muchos más.

A fines del siglo xix, cuando nació la charrería profesional como espectáculo de paga, todas estas formas mejoraron y se ampliaron; pero cuando vino la revolución, desapareció casi toda actividad.

Después de ella, resurge con gran fuerza, y cuando las familias de gran tradición charra establecen sus propios estilos, nadie se copia, todos tratan de inventar algún movimiento que los distinga, o muchos, si su capacidad se los permitía.
Así tememos a los becerril iniciados por la afición de don José "pepe" Becerril; los otros dos pepes, velásquez y ramos, miguel aceves galindo, álvaro roldán, vicente y Agustín Oropeza, Ponciano Díaz, Francisco "el zurdo" Hernández, y los potosinos hermanos Araujo, Jesús Herminio, los Carrera con don y Ricardo al frente, y los Rodríguez, Ignacio y Rodolfo, sobre todo este último, reconocido en el arte de mover una reata como el maestro de maestros y maestro de profesionales. todos tratando de crear su propio estilo, todos tratando de ser los mejores, todos dignos de estar en el salón de la fama de la charrería.

Se puede afirmar, que lo que por ellos fue ideado, hasta los últimos años se ha generalizado en todos los lazadores y ejecutores de otras faenas, el conocimiento y práctica bajo la variedad y forma que le han dado los reglamentos, ejecutar el mayor número de efectos y contra efectos a fin de obtener una calificación de gran cuantía, movimientos desarrollados por aquellos grandes charros combinados atendiendo normas que antes no había y ahora favorecen su ejecución, sin embargo, la diversidad de lazos es tanta que hace necesario cambiar las manera de calificarlas.
comentatios hechos por el dr. Juan Ignacio Rodríguez Cervantes.

Jarabe Tapatío


En toda charreada que presuma de ser 100% auténtica, siempre y a manera de rúbrica al final de la misma se bailan las chispeantes notas del jarabe tapatío.
Sin embargo, no en pocas ocasiones ni los que bailan, ni los músicos charros conocen su esencia y razón de ser. El filósofo mexicano don Samuel Ramos dice que tradición es todo valor ideológico, cultural o espiritual que transmitido de generación en generación conforma el sustrato básico de una colectividad o de un pueblo.

México posee una gran tradición y riqueza en bailes y danzas populares que se han ido permeando a través de los años y los siglos en el gusto de nuestro pueblo.
El jarabe Tapatío es un baile muy familiar para los charros, ya que usualmente se ejecuta como fin de fiesta después de la jornada dominical o en los Saraos (fiesta nocturna) y eventos sociales.

La palabra jarabe proviene del vocablo árabe Jarabe que significa vida. Con ella se denominaba en la época de la colonia a un baile que ejecutaba el pueblo en sus reuniones cotidianas. Había muchos jarabes distintos que recibían nombres también diversos. Hubo una época en que por ordenes del virrey de la Nueva España se prohibieron y se castigaba a quien los compusiera, los cantara o los balara; estas disposiciones se tomaron porque existían jarabes cuyas coplas llegaban a ser bastante picaras o incisivas y hasta mordaces.

Sin embargo, los jarabes siguieron bailándose y cantándose, es decir, se ejecutaba un zapateado, luego se hacía una pausa en la que alguien decía, levantaba o cantaba unos versos y seguía nuevamente el zapateado. Este baile cobró gran arraigo y era tocado por las bandas del pueblo formadas por vecinos o por lugareños, quienes tocaban instrumentos de cuerda únicamente como el arpa, el guitarrón, el violín y el bandolón.

El jarabe tal y como lo conocemos hoy en día, es la conjunción arbitraria de trozos de varios jarabes distintos, que fueron ordenados musicalmente a principios del presente siglo; hay trozos de un jarabe conocido como el jarabe palomo, otro segmento del Jarabe Tapatío (de ahí su nombre porque sea originario de Jalisco), jarabe de atole, Etc.

Lo anterior nos explica la diversidad de temas de que habla la letra del Jarabe (Aspecto también casi desconocido), ya que al porvenir de diversos jarabes, sus coplas son incongruentes entre sí.

El Jarabe Tapatío es un baile de conquista entre una pareja, cada parte del jarabe tiene un nombre específico y un sentido; y se conoce también una versión del jarabe antiguo, así como la del jarabe largo ranchero.

Se inicia con el saludo que la pareja se ofrece al encontrarse, al ejecutarse el zapateado al hombre hace su labor para tratar de conquistar a la mujer, ésta gira, coquetea, alienta, se cruza y se aleja. Cuando el hombre tira el sombrero es un ademán de jactancia, ya que es el momento en que ha logrado su propósito y consigue que la mujer ceda, bailando alrededor de sus dominios, la diana es una loa al triunfo del amor en la pareja, finalmente ella se cala su sombrero en señal de aceptación y él se pone a sus pies.

El jarabe tapatío baile oficial en México desde el régimen de don Alvaro Obregón, se ejecuta de dos maneras visiblemente diferentes. En ocasiones se baila y en otras se danza, que no es lo mismo. Los charros lo bailan.

La charrería está íntimamente ligada a tradiciones que ya le son inseparables. Y como es innegable que una tradición se forja a diario, es necesario que los charros sigan bailándolo, haciendo tradición para que México siga teniendo un baile que nos alegra el corazón siempre que lo presenciamos y que también nos identifica ante el mundo.

El jarabe Tapatío fue conocido ya con ese nombre durante la vigencia de la constitución de 1812-1817 y poniéndose nuevamente en vigor en 1820 hasta la independencia de México, por lo tanto queda comprendida su composición dentro del período virreinal.

En el año de 1905, una danzadora de Guadalajara, Felipa López enseñaba el jarabe en la ciudad de México y se dice que ella fue la que seleccionó los pasos ahora en uso. Los pasos o pisadas, que componen el jarabe tapatío son muy peculiares y conocidos de todos nosotros, de nombres ingenuos y descriptivos, zapateado, el borracho y terminando con la diana; tiempo atrás la mujer y el hombre no hacían los mismos, pasos, pues ella con el femenino zapateado pespunteado y el hombre taconeando con virilidad.

Actualmente los pasos son para ambos bailadores, ajustándose a un patrón que se sigue más o menos finalmente, pero no por ello se ha perdido la belleza plástica que convierte el jarabe tapatío en el baile representativo de nuestro país.

El jarabe tapatío es el más representativo de Jalisco y de México, igual que la marcha de Zacatecas considerada el himno nacional de la charrería, o las coronelas que rubrica los actos de la escaramuza charra.

LETRA DEL JARABE TAPATÍO





En Jalisco se baila el jarabe
como nadie lo sabe bailar
al compás de guitarras y bajos
el jarabe se va a zapatear,

Por ahí viene mi suegra enojada
con un palo queriéndome dar
a que diantre de vieja malvada
el chamuco se la ha de llevar,

Si quieres vamonos para tepic
si quiere vámonos te llevaré
para ver a esa mujer
que sabe bailar muy bien
si quieres bailar también
entonces vamonos te llevaré.

Vamos a tomar atole
todos los que van pasando
que si el atole está bueno
la atolera esta cantando



Vamos a tomar atole
todos los que van pasando
que si el atole está bueno
el atole va a escasear.

Y bien que te lo decía
y no me querías creer
nomás sales a la calle
y te vuelves a caer.

El palomo y la paloma
se fueron los dos a misa
la paloma reza y reza
y el paloma risa y risa

Da la vuelta y vámonos.

Marcha de Zacatecas y don Genaro Codina Fernández

La historia, vida y obra de don Genaro Codina Fernández se renmontan al 10 de septiembre de 1852 cuando nació en Zacatecas. El fue hijo de Santiago Codina y María Dolores Fernández, habiendo cursado primaria en una escuela particular del profesor Luis Galindo.

Don Genaro era un luchador infatigable y poseedor de conocimientos de contabilidad, conocía también los secretos de la pirotecnia, fabricaba globos aerostaticos, pero sin duda, algo que lo marcó y cambió su vida, fue la música, algo muy valioso y que era lo más importante para él.

Don Genaro Codina se inmortalizó al crear la marcha de Zacatecas, considerada como el segundo Himno Nacional.

La marcha nació en el invieno de 1892 y al poco tiempo sus notas deslumbraron a más de alguno. Ese suceso histórico fue en la primavera de 1893, se tocó por primera vez en público y lo que es más , en suelo zacatecano.l

Aquella noche fue magica, porque tras la ejecución, llegó una enorme carretada de aplausos y los vivas y porras, no se hicieron esperar. Todo un suceso y más en aquellos días. Dicen que los mineros y el pueblo, comulgaron en pleno y que hasta pedían se repitiera la marcha de Zacatecas, hermosa sobre todo cuando su maestro pulsaba el arpa.

Los historiadores de aquellos días, adminten que era el himno a una patria chica y originalmente, la Marcha de Zacatecas era marcha Aréchiga, dedecada al entonces gobernador Jesús Aréchiga, quien sugirió el nombre que actualmente conocemos.

Don Genaro Codina murió el 22 de noviembre de 1901 en su hogar de la calle de la compañía, que actualmente lleva su nombre en su honor.

LETRA MARCHA DE ZACATECAS

Prestos estad a combatir
oid llamar suena el clarin
las armas pronto preparad
y la victoria disputad.

Prestos estad, suena el clarín
anuncia ya proxima lid
vibrando está su clamor
marchemos con gran valor.

Si, a lidia marchemos
que es hora ya de combatir con gran valor
con fiero ardor hasta morir
hasta morir o hasta vencer.

Tus escuadrones
llevan el triunfo nacional
oh patria mía,

Como huracan que en su furor
las olas rompen en el mar
con rudo empuje y con valor
sobre las hustes avanzad.

No os detengas, no hay temor
pronto al ataque apresurad
guerra sin tregua al invasor
viva la patria y la libertad.

Viva la libertad, viva!
Viva la libertad, viva!
que viva, sí.

Oh Zacatecas
gloriosa e inmortal
tu hermoso pabellón
siempre sabremos
llevarlo con honor.




El caballo Mexicano


Durante la colonia el caballo representó el medio de transporte más importante. Ya en el siglo XVIII México contaba con un extensa red de caminos de herradura y de anchos caminos reales empedrados por los que transitaban coches, gente a caballo y filas de recuas de mulas que transportaban toda clase de mercancías. Por lo tanto el caballo, animal desconocido por los antiguos mexicanos, proto se multiplicó en los inmensos agostaderos del territorio nacional llegando a ser indispensable al hombre de campo, al charro.


El caballo mexicano tiene la misma procedencia que los que inicialmente se establecieron en el continente americano. Puede decirse que todas las variedades caballares índigenas actualmente en México, descienden directamente del antiguo andaluz, producto éste del árabe y berberisco, con predominio del citado en primer término.

Las variedades caballares que en la actualidad existen en nuestro país proceden de los caballos españoles y su origen es, por lo tanto, el mismo de aquéllos, esto es asiático-africano.
Si los caballos mexicanos han perdido algunas de las características de sus antepasados y se encuentran, a veces, desmejorados, se debe a la escasa o casi nula selección, así como al cuidado en las uniones resultado, de los limitados conocimientos que de esto tienen, en general, los ganaderos del país.

Por otra parte, nuesta producción caballar ha sufrido cruzamientos disparados, pero se diferencia de lo sucedido en E.U. donde se han promovido diferentes razas.
En México los caballos conservan mucho de su aspecto y cualidades de sus antepasados de origen oriental.
Es posible hacer tres divisiones de las diversas variedades: la de los caballos del norte, Chihuahua, Coahuila, N.L, Tamaulipas, Durango, la de los nacidos en la zona central, particularmente Jalisco, Guanajuato, Queretaro, Aguascalientes, Zacatecas, Michoacán; y por último los de las costas de los estados del sur como Veracruz, Oaxaca, Guerrero incluyendo parte de Tamaulipas.

Estas diversas variedades aunque comparten un origen común, pero a causa de las distitas condiciones de las regiones en donde se crían, así como de algunos cruzamientos efectuados, han adquirido ciertas particularidades que los distinguen entre sí: los del note son de mayor alzada y de conformación algo más desarrollada, los del centro según algunos conocedores son los que han conservado mejor las características de sus antepasados y también los que ofrecen los mejores tipos, con una alzada y proporciones medias, y los nacidos en las costas son los que representan menor alzada y formas más reducidas.

Como se puede apreciar a mucha variedad y como resultado de esto tambien existe una población caballar degenerada, consecuencia de cruzamientos irracionales y, sobre todo, por la falta de alimentación conveniente y cuidado en la crianza y reproducción.

El caballo mexicano tiene diferencias de acuerdo a la región, sin embargo en general tiene: cabeza expresiva, orejas pequeñas y movibles, ojos vivos y perfil recto o ligeramente convexo, cuello algo reducido pero no grueso; dorso corto y recto, es decir, corto de carona, lomos fuertes, grupa algo redondeada y un poco inclinada, con el nacimiento de la cola bajo y llevándola casi siempre pegada al periné; miembros musculados con espejuelos de tamaño medio y cañas con buenos tendones, cascos duros y fuertes, con excepción de los animales criados en terrenos bajos y húmedos; crines de cuello y cola abundantes, capas de pelo corto y de los colores habituales, sin que pueda decirse que hay predominio de alguno de ellos.

Dichos y Refranes

Entre los charros es común un tipo de lenguaje, ese lenguaje campirano popular y expresiones que han surgido en cada una de las suertes a lo largo del tiempo y que ahora son la chispa de la fiesta charra, esta sentencias que refieren los refranes y dichos apropiados, que por algún detalle o aspecto se les dice o a los jinetes o a los caballos. He aquí algunos ejemplos de esto:


REFRANES

-Alaba lo grande y ensilla lo chico.

-Moro, ni de oro

-Cualquier sarape es jorongo abriéndole bocamanga

-Espuelas de las mejores para el caballo mejor, pero en mejores tacones

-Donde hay yeguas, potros nacen

-El charro de cuero viste, por ser lo que más resiste

-El caballo y la mujer, a nadie has de ofrecer

-Y andando, que el sol se mete...

-Gallo, caballo y mujer, por su raza has de escoger

-Caballo bayo, donde quiera lo hallo

-Al ojo del amo engorda el caballo

-Charro sin sarape, ni espuelas, ni cuarta, mal rayo lo parta.

-Quiero caballo que me lleve, no mula que me derribe

-Cuando manda el caporal, no gobiernan los vaqueros

-Más vale paso que dure, y no trote que canse

-Atórale que es mangana porque se te va la yegua

-Caballo de mucha crin y hombre de poco bigote ¡Matalote!

-Aunque somos del mismo barro, no es lo mismo catrín que charro

-¡Ay poderoso jorongo, como me rozan tus lanas!

-El andar a caballo a unos hace caballeros y a otros caballerangos

-Solo dios es caporal, los demás son puros...¡bueyes!


-Soy reata de lechuguilla y por las dos puntas lazo, y me echo vueltas en la silla

-Dime que caballos te gusta montar y te diré que clase de charro eres.

-Hay charros que saben más cuando están a pie a tierra que cuanto están montados

-¡Mal haya el caballero que mal las espuelas calza!

-Al caballo, antes de ponerle freno hay que darle educación

-El oro se prueba con el fuego, la mujer con el oro, el hombre con la mujer y el caballo con el freno

-Si olvidas tu caballo, este se olvidará de ti

-Si tu caballo te teme, teme a tu caballo

-Sólo hay una prueba para un buen jinete: cabalgar

-Escoge tu cabalgadura con las piernas, no con los ojos

-Al caballo como al amoigo antes de necesitarlo, pruébalo

-Quieres apreciar un buen corcel, móntalo

-Es preferible jinete sin caballo que caballo sin jinete

-No quedes nunca en deuda con un cuaco que te ha servido

-Conviene a veces cabalgar caballos malos, para aprender a apreciar los buenos

-Debe escogerse un caballo como se escoge un amigo

-Ningún jinete es mejor que su caballo

-Para montar a caballo usa la cabeza, las manos y las piernas, antes que el látigo, el rigor y las espuelas

-Caballo de rico, ¡Qué rico caballo! Caballo de pobre, ¡Pobre caballo!

-Solamente el que no cabalga, no cae

-De los caballos el que puntea y de los cerdos el que colea

-En cuaco moro ni pases agua, ni esperes toro

-Ten en tu casa perros y te casaran conejos; pero para andar agusto, ensilla caballos viejos

-No compres caballo enfermo, creyendo que va a sanar, que si los sanos enferman, a los enfermos ¿qué no les pasará?

-El caballo y la mujer, al ojo se han de tener

-Andando en el campo llano, como quiera el cristiano; pero subiendo la cuesta, como quiera la bestia

-Mula que dice no paso y mujer que dice me caso, la mula no pasa y la mujer se casa

-Para lazar y no mancar, ni una ni más de dos amarrar

-Para el hombre la cemita, para las tunas el gancho; para la mexicanita un hombre de sombrero ancho

-Quien tiene rancho y no lo atienda, no tiene rancho aunque así lo crea

-Gallo fino y pendenciero, canta hasta en el basurero

-El que presta a la mujer para bailar, la pistola para disparar y el caballo para colear, no tiene que reclamar

-El que quiera ser buen charro, poco plato y menos jarro

-Quien de joven no trota, de viejo galopa

-A caballo los hombres, a mula los ojetes y a pata los que no tienen billetes.

-Ay que bonita es la silla cuando se sabe montar1, pues hasta en la mera trilla se puede uno resbalar


DICHOS:

-¡Alza la patita loro1

-¡A la cola caporal!

-¡Y en el lienzo o en el corral!

¡Atórales chulo no se vaya! Y si acaso no tiraban: es albóndiga, expresaban, salió limpio en la batalla

-Al buey por el cuerno y al hombre por la palabra

-Alazán tostado, antes muerto que cansado

-Para los toros del jaral los caballos de allá mismo


Día del charro

En 1931 el presidente de México, Pascual Ortíz Rubio, intituyó el 14 de septiembre como el Día del Charro. Desde ese tiempo cada año toda la familia charra hace festejos ese que es un gran día para ellos, algunos organizan torneos, comidas, bailes, desfiles en pocas palabras se hace la fiesta grande en todo el país.

Esta fecha tiene un especial significado, este día la charrería se engalana y luce todo su esplendor tradicional. Es ocasión de júbilo para todas la agrupaciones de la República y por tanto no dejan que esta fecha pase inadvertida.
Desgraciadamente a partir del año de 1939 y posteriores, la celebración del Día del Charro tendió a desaparecer, sólo los jinetes de la provincia seguían cultivando la tradición, pero en la capital pasaba inadvertido, no se hacía ningún festejo, inclusive en muchos casos ni se acordaban los charros de que fuera su día.

En nuestros días, ha renacido esta tradición y tal parece que llegó para quedarse. En algunas ocasiones el presidente de la República, vestido de charro, hace que se reconozca la charrería como la máxima expresión de la mexicanidad. Por otra parte la presencia del Presidente de la República da solemnidad al acto y demuestra que vestirse de charro no es una modalidad de fantasía, sino la indumentaria del patriota.

Colas


El coleadero, consiste en derribar un toro en plena carrera, tomándolo por la cola.
Después de la suerte de los piales siguen las colas, los coleadores de cada equipo se presentan acompañados de las notas musicales de la Marcha de Zacatecas.

El primer coleador en turno se coloca al fondo del lienzo en donde estan los corrales y espera que se abran las puertas donde sale un novillo a toda carrera, el charro también arranca su caballo para ir a la par entonces hace un movimiento de saludo con su mano derecha y ya a toda velocidad de la carrera, da unas palmadas, también con la mano derecha, en el lomo del toro. Esto se llama saludar y pachonear, lo cual es obligatorio para el charro, de esta manera siente como va el toro y además demuestra su firmeza en la silla ya que de otra manera se detendría del fuste por miedo a caerse; finalmente, tiene que tomar la cola del toro y levantarla para pasar la pierna con todo y estribo por encima de la cola del toro (arcionar) para que se afiance en el tobillo del charro y luego estirarla para que el animal pierda el equilibrio y así tumbarlo.

Esta faena se ejecuta en cuestión de segundos y el toro se debe derribar antes de los 60 metros que tiene la manga del lienzo, de lo contrario no cuenta, entre mas corta sea la distancia en la que se tumba el toro desde su arranque mayor sera la puntuación.

La manera en la que cae el toro también cuenta. Si el toro cae del lado derecho y gira sobre su lomo para caer del lado izquierdo se denomina cola redonda y es la que tiene mayor puntuación, también puede ser al lado contrario y se denomina redonda contraria. También hay las llamadas "medias vueltas" que son de menor valor ya que el toro rinde en el mismo lado en que cayó. También a veces el tolo sólo pega la panza al suelo, o queda como sentado y esta es la de puntuación más baja.

Es una suerte también complicada y en ocasiones los toros son dificiles de derribar debido a que ya han sido coleados con anterioridad.

Hay maneras diferentes de colear y que generalmente no figuran en las competencias, por ejemplo colear "a la Lola" el charro ejecuta la suerte montado a mujeriegas (con las dos piernas a un mismo lado). También está la queretana que es ejecutada entre dos charros en el mismo caballo, uno en la silla y otro en ancas, el charro que va en la silla es el encargado de saludar, pachonear y agarrar la cola, pero en lugar de arcionar él mismo, pasa la cola al charro que cabalga sobre las ancas. Este toma la cola, alza la pierna y consuma la suerte.

Esta suerte es muy antigua en México, ya que la faena de colear era un recurso del que se valía la gente del campo para y antes se ejecutaba a campo abierto.

Piales


Pialar significa lazar al animal únicamente de las patas traseras, así, el reglamento indica que si por error va de una sola pata o de dos patas y una mano o de las cuatro el pial no es de cuenta, porque no da como resultado la detención de la carrera de la yegua, como es el propósito de esta suerte.

A pesar de aparentar sencillez, esta es una de las suertes más difíciles entre todas las que hacen los charros.
Para lograr un buen éxito en la suerte de pialar, los lazadores se colocan a lo largo del lienzo con su reata preparada. Sale el primer animal, a toda carrera y a el tira su lazo el charro.
Si logra ponerlo en las dos patas traseras entonces enreda parte de su reata en el cuello del fuste y trata de detener en su carrera a la yegua; el roce de la cuerda en la madera del fuste hace humo, llegando a tapar la cara del charro. El humo tiene un aroma peculiar y delicioso, que con sólo existir, paga con creces el riesgo al que se expone cada charro pialador.

El riesgo más latente para los pialadores es el de perder uno o varios dedos cercenados por la reata al ejecutar la suerte.
Este tipo de accidentes son comunes y muy amenudo podemos observar charros pialadores que les falta algún dedo, pero esto, no resulta ningún impedimento para que sigan practicando piales, sino por el contrario muchos lo lucen como presea.

El charro termina de hacer su suerte cuando ha tirado tres veces. Si no se conoce esta suerte no resulta muy vistosa, pues debe tenerse en cuenta la distancia a que se tira la reata; mientras más lejos mejor. Si el charro da vueltas a la reata sobre su cabeza, lo que se dice remolinear, o bien, si tira sin previa preparación, en ambos casos esta es una suerte para los expertos. Es necesario haberla visto infinidad de veces para poder apreciar la ejecución en sus mínimos detalles. Si toca la casualidad de que ningún charro logre detener las yeguas, no quiere decir que los jinetes sean malos, sino que los factores son muchos, y como se dice el charro "está de mala y hoy no hubo suerte". Sin embargo en cualquier caso hay que aplaudir.