"Tropezando se aprende a andar y perdiendo a ganar"

domingo, 10 de mayo de 2009

Charros notables

A lo largo de la historia de la charrería hay muchos charros que han destacado no sólo como máximos exponentes, sino también por haber fomentado con gran cariño y entusiasmo las distintas actividades que comprende la práctica y a la vez el arte de la charrería.

Charros notables los ha habido en México desde que el ganado equino empezó a multiplicarse y extenderse por su enorme territorio. En el periodo colonial destaca un charro al que se le considera precursor de la charrería mexicana:

Sebastián de Aparicio. Primer jinete popular, amansador, ganadero, agricultor y, sobre todo, maestro de estas actividades. Nació en España en 1502.
Llegó a Veracruz en 1532 y más tarde se estableció en Puebla como agricultor. Adiestró a los indios en las duras faenas de la domesticación y aprovechamiento de las bestias para el tiro, para la carga y posteriormente para la silla.

Cuatro de los charros más destacados del siglo XlX y principios del actual son:

Luis G. Inclán Nación en 1816 en el rancho de Carrasco, hacienda de Coapa, hijo de don José María Inclán, administrador de la hacienda de Narvarte. Después de abandonar sus estudios en el seminario se fue a trabajar a la hacienda de Púcuaro; cuando regresó a la hacienda de Carrasco ya era un técnico. Administró las haciendas de Narvarte, Teja, Santa María, Chapingo y Tepentongo.
Sus conocimientos prácticos en la agricultura le permitieron que fuera designado varias veces para medir tierras y administrar la plaza de toros de la capital. Por circunstancias sociales y económicas perdió sus propiedades; a raíz de este problema se estableció en la capital en donde compro una imprenta y una litografía. Como impresor y litógrafo pudo difundir su afición, que habia integrado su felicidad campirana; en ello expone un tesoro de esperiencia con la que dotó a lo que escribía de un vigor y riqueza humana y documental. Dos folletos preceden a su obra clásica Astucia; el primero, Reglas con que un colegial puede colear y lazar, y el otro, Recuerdos del Chamberín.

Ponciano Díaz Nació el 19 de noviembre de 1858 y murió el 14 de abril de 1899 en la famosa hacienda de Atenco. Desde su infancia, que la vivió entre toros bravos y caballos, se distinguió no sólo como buen ejecutante, sino como elegantísimo de a caballo.
Se puede decir que en esa época, la tauromaquia estaba íntimamente ligada con la charrería, por lo que las corridas de toros eran, de alguna manera, fiestas mixtas. En las cuadrillas de Ponciano actuaban en calidad de picadores y aún como banderilleros, consumados charros como Agustín Oropeza y Celso González, con quienes presentó numerosos espectáculos del toreo a la mexicana.
En España se enfrentaron a los mejor de la torería y alternaron, entre otros, con el Gallo Gómez. Ellos fueron los primeros compatriotas que exhibieron nuestro típico deporte en lejana tierra. Su triunfo en la península fue completo y regresaron a la patria llenos de satisfacciones.
Ponciano Díaz vestía con propiedad y orgullo el traje de charro, que le caía como anillo al dedo. Era diestro en el manejo del lazo y sobresalía en el toreo a caballo como ninguno de los rejoneadores actuales. Su humilde origen evitó que se elevara y se convirtiera en ídolo de las multitudes, y esn su campo de acción honró a su patria, a la que amo profundamente.

Ernesto Icaza y Sánchez. El genial charro pintor nación en la ciudad de México en 1866 y murió en 1926.
Hombre de acaballo y admirado artista, inmortalizó las faenas charras ejecutadas por jinetes auténticos en el paisaje de la hacienda mexicana. En su época -el Porfiriato- su obra gozó de prestigio y sus amigos hacendados tuvieron el orgullo de decorar con ellas sus fincas.
Icaza fue un artista innato que dio a sus pinturas un mensaje claro y dinámico: lo clásico de las actuaciones, la indumentaria del charro, las sillas de montar, los frenos, los arreos y todo cuanto complementa y exige la charrería tradicional.

Carlos Rincón Gallardo, marqués de Guadalupe. Don Carlos Rincón Gallardo y Romero de Terreros, duque de Regla, marqués de Guadalupe, y de Villahermosa de Alfaro, perteneció a la antigua aristocracia mexicana. Nació en México el 29 de julio de 1874.
La charrería fue su pasión, pero también destacó en deportes ecuestres y de otro tipo, el polo, las carreras, la esgrima de florete y de sable, el tiro de pistola, la gimnasia y varios más.
Don Carlos Rincón Gallardo contribuyó entusiastamente a la charrería organizada, fijando a la actividad campirana mexicana normas rígidas y ortodoxas que hasta la fecha imperan.
Fue elegante coleador y lazador muy certero, y creador de la mangana llamada tirón de la muerte. La Asociación Nacional de Charros, a la que perteneció desde su creación, le otorgó el nombramiento de socio honorario ad vitam y Gran maestro de la charrería.

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