Durante la colonia el caballo representó el medio de transporte más importante. Ya en el siglo XVIII México contaba con un extensa red de caminos de herradura y de anchos caminos reales empedrados por los que transitaban coches, gente a caballo y filas de recuas de mulas que transportaban toda clase de mercancías. Por lo tanto el caballo, animal desconocido por los antiguos mexicanos, proto se multiplicó en los inmensos agostaderos del territorio nacional llegando a ser indispensable al hombre de campo, al charro.
El caballo mexicano tiene la misma procedencia que los que inicialmente se establecieron en el continente americano. Puede decirse que todas las variedades caballares índigenas actualmente en México, descienden directamente del antiguo andaluz, producto éste del árabe y berberisco, con predominio del citado en primer término.
Las variedades caballares que en la actualidad existen en nuestro país proceden de los caballos españoles y su origen es, por lo tanto, el mismo de aquéllos, esto es asiático-africano.
Si los caballos mexicanos han perdido algunas de las características de sus antepasados y se encuentran, a veces, desmejorados, se debe a la escasa o casi nula selección, así como al cuidado en las uniones resultado, de los limitados conocimientos que de esto tienen, en general, los ganaderos del país.
Por otra parte, nuesta producción caballar ha sufrido cruzamientos disparados, pero se diferencia de lo sucedido en E.U. donde se han promovido diferentes razas.
En México los caballos conservan mucho de su aspecto y cualidades de sus antepasados de origen oriental.
Es posible hacer tres divisiones de las diversas variedades: la de los caballos del norte, Chihuahua, Coahuila, N.L, Tamaulipas, Durango, la de los nacidos en la zona central, particularmente Jalisco, Guanajuato, Queretaro, Aguascalientes, Zacatecas, Michoacán; y por último los de las costas de los estados del sur como Veracruz, Oaxaca, Guerrero incluyendo parte de Tamaulipas.
Estas diversas variedades aunque comparten un origen común, pero a causa de las distitas condiciones de las regiones en donde se crían, así como de algunos cruzamientos efectuados, han adquirido ciertas particularidades que los distinguen entre sí: los del note son de mayor alzada y de conformación algo más desarrollada, los del centro según algunos conocedores son los que han conservado mejor las características de sus antepasados y también los que ofrecen los mejores tipos, con una alzada y proporciones medias, y los nacidos en las costas son los que representan menor alzada y formas más reducidas.
Como se puede apreciar a mucha variedad y como resultado de esto tambien existe una población caballar degenerada, consecuencia de cruzamientos irracionales y, sobre todo, por la falta de alimentación conveniente y cuidado en la crianza y reproducción.
El caballo mexicano tiene diferencias de acuerdo a la región, sin embargo en general tiene: cabeza expresiva, orejas pequeñas y movibles, ojos vivos y perfil recto o ligeramente convexo, cuello algo reducido pero no grueso; dorso corto y recto, es decir, corto de carona, lomos fuertes, grupa algo redondeada y un poco inclinada, con el nacimiento de la cola bajo y llevándola casi siempre pegada al periné; miembros musculados con espejuelos de tamaño medio y cañas con buenos tendones, cascos duros y fuertes, con excepción de los animales criados en terrenos bajos y húmedos; crines de cuello y cola abundantes, capas de pelo corto y de los colores habituales, sin que pueda decirse que hay predominio de alguno de ellos.
El caballo mexicano tiene la misma procedencia que los que inicialmente se establecieron en el continente americano. Puede decirse que todas las variedades caballares índigenas actualmente en México, descienden directamente del antiguo andaluz, producto éste del árabe y berberisco, con predominio del citado en primer término.
Las variedades caballares que en la actualidad existen en nuestro país proceden de los caballos españoles y su origen es, por lo tanto, el mismo de aquéllos, esto es asiático-africano.
Si los caballos mexicanos han perdido algunas de las características de sus antepasados y se encuentran, a veces, desmejorados, se debe a la escasa o casi nula selección, así como al cuidado en las uniones resultado, de los limitados conocimientos que de esto tienen, en general, los ganaderos del país.
Por otra parte, nuesta producción caballar ha sufrido cruzamientos disparados, pero se diferencia de lo sucedido en E.U. donde se han promovido diferentes razas.
En México los caballos conservan mucho de su aspecto y cualidades de sus antepasados de origen oriental.
Es posible hacer tres divisiones de las diversas variedades: la de los caballos del norte, Chihuahua, Coahuila, N.L, Tamaulipas, Durango, la de los nacidos en la zona central, particularmente Jalisco, Guanajuato, Queretaro, Aguascalientes, Zacatecas, Michoacán; y por último los de las costas de los estados del sur como Veracruz, Oaxaca, Guerrero incluyendo parte de Tamaulipas.
Estas diversas variedades aunque comparten un origen común, pero a causa de las distitas condiciones de las regiones en donde se crían, así como de algunos cruzamientos efectuados, han adquirido ciertas particularidades que los distinguen entre sí: los del note son de mayor alzada y de conformación algo más desarrollada, los del centro según algunos conocedores son los que han conservado mejor las características de sus antepasados y también los que ofrecen los mejores tipos, con una alzada y proporciones medias, y los nacidos en las costas son los que representan menor alzada y formas más reducidas.
Como se puede apreciar a mucha variedad y como resultado de esto tambien existe una población caballar degenerada, consecuencia de cruzamientos irracionales y, sobre todo, por la falta de alimentación conveniente y cuidado en la crianza y reproducción.
El caballo mexicano tiene diferencias de acuerdo a la región, sin embargo en general tiene: cabeza expresiva, orejas pequeñas y movibles, ojos vivos y perfil recto o ligeramente convexo, cuello algo reducido pero no grueso; dorso corto y recto, es decir, corto de carona, lomos fuertes, grupa algo redondeada y un poco inclinada, con el nacimiento de la cola bajo y llevándola casi siempre pegada al periné; miembros musculados con espejuelos de tamaño medio y cañas con buenos tendones, cascos duros y fuertes, con excepción de los animales criados en terrenos bajos y húmedos; crines de cuello y cola abundantes, capas de pelo corto y de los colores habituales, sin que pueda decirse que hay predominio de alguno de ellos.
Cabe señalar que a mediados del siglo XX con la aparicion de la fiebre aftosa hubo un gran sacrificio de caballos y ganado lo que ha demeritado la genetica de nuestros animales pues estaban adaptados ya a nuestro territorio, y se han introducido razas de otras latitudes, lo que involucra el reto de adaptarlas y generar una raza propia, pues la raza cuarto de milla es la que ahora predomina
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